Hoy, Domingo 20 de Noviembre de 2,011, la Iglesia Católica, celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey Universal. Día, en que también iniciamos este Blog con el fin de que Dios, sea más conocido y más amado por todos los que lean estas reflexiones, que no tienen que ser necesarisamente mías, como ocurre en esta ocasión en la que transcribo, la segunda lectura del Oficio de Lectura del día correspondiente a esta Solemnidad, la cual está tomada del Opúsculo de Orígenes, presbítero, Sobre la oración (Cap.25: PG 11, 495-499):
VENGA TU REINO
Sí, como dice Nuestro Señor y Salvador, el reino de Dios no ha de venir espectacularmente, ni dirán: "Vedlo aquí o vedlo allí", sino que el reino de Dios está dentro de nosotros, pues cerca está la palabra, en nuestra boca y en nuestro corazón, sin duda cuando pedimos que venga el reino de Dios lo que pedimos es que este reino de Dios, que está dentro de nosostros, salga afuera, produzca fruto y se vaya perfeccionando. Efectivamente, Dios reina ya en cada uno de los santos, ya que éstos se somenten a su ley espiritual, y así Dios habita en ellos como en una ciudad bien gobernada. En el alma perfecta está presente el Padre, y Cristo reina en ella junto con el Padre, de acuerdo con aquellas palabras del Evangelio: Vendremos a fijar en él nuestras morada.
Este reino de Dios que está dentro de nosotros llegará, con nuestra cooperación, a su plena perfección cuando se realice lo que dice el Apóstol, esto es, cuando Cristo, una vez sometidos a él todos sus enemigos, entregue el reino a Dios Padre, para que Dios sea todo en todo. Por esto, rogando incesantemente con aquella actitud interior que se hace divina por la acción del Verbo, digamos a nuestro Padre que está en los cielos: Santificado sea tu nombre, venga tu reino.
Con respecto al reino deDios, hay que tener también esto en cuenta: del mismo modo que no tiene que ver la justificación con la impiedad, ni hay nada de común entre la luz y las tinieblas, ni puede haber armonía entre Cristo y Belial, así tampoco pueden coexistir el reino de Dios y el reino del pecado.
Por consiguiente, si queremos que Dios reine en nosotros, procuremos que de ningún modo continúe el pecado reinando en nuestro cuerpo mortal, antes bien, mortifiqumos, las pasiones de nuestro hombre terrenal y fructifiquemos por el Espíritu; de este modo Dios se paseará por nuestro inerior como por un paraíso espiritual y reinará en nosotros él solo con su Cristo, el cual se sentará en nosotros a la derecha de aquella virtud espiritual que deseamos alcanzar: se sentará hasta que todos sus enemigos que hay en nosotros sean puestos por estrado de sus pies, y sean reducidos a la nada en nosotros todos los principados, todos los poderes y todas las fuerzas.
Todo esto puede realizarse en cada uno de nosotros y el último enemigo, la muerte, puede ser reducido a la nada, de modo que Cristo diga también en nosotros: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? Ya desde ahora este nuestro ser, corruptible, debe revestirse de santidad y de incorrupción, y este nuestro ser, mortal, debe revestirse de la inmortalidad del Padre, después de haber reducido a la nada el poder de la muerte, para que así, reinando Dios en nosotros, comencemos ya a disfrutar de los bienes de la regeneración y de la resurrección.
REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE DE 2,011, EN LA SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY UNIVERSAL
La segunda lectura del Oficio de Lectura, nos recuerda que desde nuestro bautismo hemos pasado de la muerte a la vida, de las tinieblas al reino eterno. Pero por nuestra debilidad, por nuestra falta de fe, quizás nos hemos apartado de Dios, le hemos dado la espalda y nos hemos ido tras los ídolos de este mundo, dejándonos seducir por el Maligno que nos ha engañado haciéndonos creer que somos dioses, señores de nuestra vida y de nuestra historia. Hemos pecado, volviéndonos materialistas, carnales, hedonistas. Este día domingo, la Palabra que se nos proclama en la Santa Misa, nos viene a animar. En la primera lectura tomada del libro del profeta Ezequiel, capítulo 34, versículos del 11 al 12 y del 15 al 17, el Señor nos vienen a consolar, diciéndonos: "Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré descansar. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarrriadas; vendaré a las heridas, curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido". Deja hermano que esta palabra sea una realidad en tu vida, porque el Señor agrega: "Y a ustedes, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío". Con el Salmo 22, podemos exultar diciendo: "El Señor es mi pastor, nada me falta". Que alegría y que consuelo, hermano.No importa cuales sean nuestras circunstancias o sufrimientos, si caminamos en el Señor, podemos afirmar: "El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas, me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos, me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término". Lo ves, hermano, si el Señor camina a nuestro lado, ¿quién podrá dañarnos? ¡Con Él caminamos seguros y en paz a la vida eterna, podemos gustar cada día lo bueno que es el Señor, en medio de nuestras luchas y tribulaciones!. La segunda lectura, tomada de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 15, 20-26.28, nos pone de cara a la maravilla que Dios hará con nosotros al final de los tiempos: "Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrreción. Si por Adán murieron todos, por Cristo, todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá al Padre, al que le sometió todo. Y así Dios lo será todo para todos". Te das cuenta, hermano, esto es lo que esperamos: ¡Resurrección, Vida Eterna en Cristo!. Pero, para ello, para heredar el reino preparado para nosotros, desde la creación del mundo, para que cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, nos diga: "Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el Reino prepardo para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaronn, en la cárcel y vinieron a verme". Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Les aseguró que cada vez que lo hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron", debemos practicar lo que nos dice este Evangelio tomado de san Mateo 25, 31-46, que en definitva, es: "Amar al prójimo como a nosotros mismos", porque no todos los que decimos: ¡Señor, Señor!, entraremos al Reino de los Cielos.
"SI ALGUNO DICE : " AMO A DIOS", Y ABORRECE A SU HERMANO, ES UN MENTIROSO; PUES QUIN NO AMA A SU HERMANO, A QUIEN VE, NO PUEDE AMAR A DIOS, A QUIEN NO VE" (1 Jn. 4, 20)